Dr.Juan Barek
Ni todos los logros por la libertad que se han desarrollado en los cuatro siglos que tenemos desde que al hombre le dio por pensarse a sí mismo como libre e indepen-diente de toda institución, llámese esta Estado, iglesia, familia o lo que sea, ni todos estos logros repito, han conseguido que el hombre se sienta libre de la opresión que lo aqueja. Y es que ahora como nunca vivimos la era de las mayores libertades del hombre. Este tiene la posibilidad de hacer con su vida lo que quiera, cosa que hubiese sido in-imaginable hace unos cuantos siglos. No obstante, es como si esa libertad que ha con-quistado fuese un animal insaciable que cuanto más devora al hombre, más requiere de él.
Cada quien es libre de decidir lo que ha de hacer con su vida, incluso si esto i-cluye la búsqueda de la muerte. Recostado en su cama. Mirando hacia el techo mientras una música instrumental suena al fondo se mira a Ramón Sampedro. Esta inmovilizado del cuello para abajo. A lo lejos puede escucharse los cuchicheos de su cuñada conver-sando en la cocina con su hijo, el sobrino de Ramón. Lo único que puede ver es a un lado la puerta que da hacia un pequeño corredor a cuyo extremo opuesto se halla otra habitación y antes de la cual se divisa el primer escalón de las gradas que dan hacia el primer piso, directamente a la cocina.
Ramón se considera a sí mismo una mente viva atada a un cuerpo muerto. De no ser por su mente, el encierro que vive debido a su parálisis sería total.
No obstante, su mente lo ha ayudado a salir de ese encierro por medio de libros que lo han hecho conocido en toda España. Pero no sólo eso sino a través de un juicio que ha puesto al Estado español por impedirle quitarse la vida. El Estado español discute entonces si es lícito o no lo es el quitarse la vida. Esta es pues la última y mayor libertad del hombre dirán sus defensores.Ramón Sampedro, cansado de luchar con la justicia decide quitarse la vida él mismo ingiriendo cianuro frente a una cámara que filma sus últimas palabras. ¿Es cier-to que en última instancia el hombre tiene la libertad de disponer de su vida de esta manera?
Luego de ver esta película basada en la vida del escritor catalán Ramón Sampe-dro, me ha quedado un sabor a estrechez de miras, a egoísmo y a esclavitud, a pesar de que el guión parece intentar elogiar a la libertad del ser humano.
¿Es esta, como dicen los defensores de Ramón Sampedro, la mayor prueba de libertad de ser humano? Me temo que no.
Alguna vez escuche decir a alguien que el costo que tuvimos que pagar las actua-les generaciones a cambio de la libertad fue la soledad y es que ahora este es el mal que aqueja a la sociedad de nuestro tiempo. La capacidad de hacer lo que quieres esta direc-tamente relacionada con la capacidad de aislarte que tienes. Una tercera parte de la población de la gran Manhattan vive sola y el número aumenta. La semana pasada veí-amos en el cine foro la película 28 días después y en ella se veían a hombres que mata-ban a otros hombres debido a un virús agresivo de rabia que se había escapado. Es inte-resante notar que en medio de la película uno de los pocos sobrevivientes del virus que queda, empieza a tener una pesadilla y esta pesadilla no se relaciona con el temor de ser atacado por alguno de estos infectados. En su pesadilla el pierde a sus amigos y se que-da sólo, absolutamente sólo en toda la tierra. Realmente, reflexionábamos la semana pasada, ese es el verdadero miedo del hombre: La soledad. Sin embargo, ese es el costo que debe pagar por su ansiada libertad.
Es curioso que este bien tan preciado por el hombre lo conduzca tan aterrado-ramente hacia el mal más temido por el hombre, sin embargo esto es lo que sucede cuando el hombre se erige para sí ídolos a los cuales alabar en lugar de buscar al Dios verdadero. El hombre ha suplantado a Dios y ha puesto en su lugar su misma imagen. El resultado es el fracaso y el hastío en el cual vivimos.Un escritor francés retrataba a la sociedad contemporánea en uno de sus libros y la describía como androides y marionetas sin sentimientos movidos por sus impulsos, deseos y egoísmos.
A eso es a lo que se le llama libertad hoy en día, al libertinaje y a la esclavitud del hombre por sus apetencias. Quizá lo poco que nos distingue de los ani-males es el hecho de que podemos dominar nuestros impulsos y no dejarnos llevar por ellos. Sin embargo, en nombre de la libertad cada día más perdemos nuestra dignidad y nos sumergimos en el fango de la lujuria.
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